Ruta en moto por los valles lebaniegos y Nansa
Unquera – Liébana – Nansa – Unquera
130 kilómetros 3 horas
En esta ruta en moto por los valles lebaniegos recorremos los municipios de Cillorigo de Liébana, por donde pasa parte del desfiladero de la Hermida, Potes, Camaleño, Cabezón de Liébana y Pesaguero.
También recorremos el valle del Nansa, abarcando los municipios de Polaciones,Tudanca y Rionansa.
Es una ruta en moto espectacular en cuanto a recorrido paisajístico. Además casi toda la ruta discurre por carreteras con un asfalto excelente y llenas de curvas.
Empezamos nuestra ruta en moto por los valles lebaniegos y del Nansa, saliendo de Unquera, muy cerquita de la desembocadura del río Deva. Es una ruta que se hace bien en una mañana o una tarde.
Salimos de Unquera, famosa por sus corbatas y por ser el comienzo del desfiladero de la Hermida. Vamos en dirección a Potes, acompañados en todo el tramo por el río Deva mientras cruzamos el desfiladero de la Hermida. Es uno de los desfiladeros más bonitos del norte y últimamente bastante concurrido, por lo que lo ideal sería hacer la ruta fuera de los meses de julio y agosto.

En media hora aproximadamente ya estamos en Potes. Cruzamos Potes para hacer la única visita cultural de la ruta, el monasterio de Santo Toribio de Liébana. La entrada es gratuita, o por lo menos lo era hace un par de años.
Para eso, al cruzar Potes giramos a la izquierda en el cruce que está indicado, por la CA-885. El monasterio está a tan solo 5 minutos. Desde allí podemos ver todas las montañas de los picos de Europa.
Una vez visto el monasterio volvemos a Potes, pueblo que si no conocemos bien merece una parada rápida. Potes es la capital del valle del Liébana.

Salimos de Potes por la carretera que traíamos (N-621) en dirección Unquera para desviarnos a la derecha en la rotonda en dirección Palencia por la CA-184.
Esta es una carretera con muy buen firme y con bastantes curvas de radio ancho en sus primeros kilómetros, carretera que ya no abandonamos hasta que se nos acabe.
Cruzamos Cabezón de Liébana, donde ya notamos que estamos en medio de la montaña. Poco después Pesaguero, donde la carretera se estrecha un poquito y la vegetación se hace más abundante.
A partir de aquí la carretera se vuelve más lenta y revirada, a la vez que más estrecha, pero es un puro disfrute. Enlazando rectas y curvas cruzamos el pueblo de Valdeprado para seguir disfrutando de esta carretera de montaña.
Si te pilla a la hora de comer, tengo que decirte que en Venta de Pepín hay un bar restaurante con el mismo nombre, en el que merece la pena parar.
Es un restaurante de pueblo, y en la carta hay poca variedad de platos, pero todos muy ricos y abundantes; la ensalada, los entremeses, carne de calidad y postres caseros.
Yo, cuando ando por ahí de ruta me gusta comer comida de la zona, así que me apreté un buen cocido lebaniego. Riquísimo, y por 12 euros sales de allí rodando. Eso sí, no se puede pagar con tarjeta porque no tienen cobertura.

Continuamos con nuestro camino y un poco más adelante entramos en la comunidad autónoma de Castilla y León, tan sólo unos kilómetros, pero joder, como se nota el cambio de asfalto. Se ve que hay comunidades que dan más prioridad que otras al estado de las carreteras.
Llegamos a un cruce sin señalizar, donde giramos a la izquierda en dirección Puentenansa, por la CA-28 para hacer unos pocos kilómetros hasta llegar otra vez a la provincia de Cantabria. Otra vez vuelve el buen asfalto y la carretera ancha y pintada.
Empezamos a subir y nos encontramos con tres miradores casi seguidos desde donde poder ver las montañas lebaniegas. El del jabalí, el del zorro y el de la Cabezuela.

Seguimos rodando para encontrarnos con el embalse de la Cohilla, con las vistas al frente de las montañas de las sierra de Peña Sagra. Vamos rodando paralelos al embalse por una zona donde la carretera se estrecha para pasar por una zona rocosa que durante unos kilómetros será el paisaje predominante.
Comenzamos a bajar por esa carretera serpenteante al lado del río Nansa y adentrándonos en la Sierra del Cordel.
Tengo que decir que para este tramo que llega hasta el pueblo de La Lastra agradecí llevar mi Vstrom, porque aunque el asfalto no estaba muy bien, ella se comía los kilómetros sin rechistar.

Ya pasado el pueblo de La Lastra, la carretera vuelve a tener buen firme. Seguimos acompañando al cauce del río Nansa, que cruzaremos en Cosío. Tan sólo un poco después llegamos a Puentenansa, pueblo que atravesamos en dirección a Pesués, por la CA-181.
Este tramo de carretera no tiene tantas curvas como los anteriores, pero esto también nos da la oportunidad de disfrutar del paisaje sin poner tanta atención en la carretera.
Vamos pasando pueblos uno tras otro; La Cotera, Las Bárcenas, Celis…
Un poco más adelante de Celis, encontramos el desvío a la cueva de Chufín, que está muy cerca. Hacia el lado contrario está la cueva del Soplao, pero para llegar a esa hay que desviarse más.
Rodamos un rato al lado del embalse de Palombera, para seguir el curso del río Nansa, al que vamos a acompañar casi hasta su desembocadura.
Un poco más adelante y al otro lado del río está la Ferrería Cades. Lo menciono porque si habéis oído hablar de ella… Yo me di la vuelta cuando me enteré de que la entrada eran 8,5 € 😲😲
Seguimos por esta bonita carretera y cruzamos el pueblo de Muñorrodero, ya muy cerca de nuestro final de ruta, pasamos al lado de su iglesia y un poco más adelante cruzamos la ría para dirigirnos a nuestro destino.
Nos encontramos con un Stop y giramos a la izquierda en dirección Unquera, por la N-634. Donde paramos a tomarnos esa cervecita mientras repasamos mentalmente la ruta
En esta ruta en moto por los valles lebaniegos y del Nansa hemos disfrutado del verde característico de Cantabria, de sus buenas carreteras y sus curvas.
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«Vamos pasando pueblos uno tras otro; La Cotera, Las Bárcenas, Celis…»
Si, vais pasando pueblos, pensando que son decorados de una película y no, no lo son. Esos pueblos tienen vida y gente que intentamos sobrevivir a la plaga que suponen cientos de motoristas diarios, deteriorando nuestra salud con su ruido infernal, sin respetar las señales de límite de velocidad y haciendo de vuestra capa un sayo, por el simple deleite personal, sin pensar en el resto del mundo que os rodea..
El lugar en el que vivimos, podría ser el paraíso, si no fuera por vuestra falta de respeto a la naturaleza y a los seres vivos que la habitan.. Reflexionad, respetad, difundid en vuestros foros y dejad de matarnos lentamente.,
Hola Eva,
Puedo entender tu enfado aunque sólo puedo decir que las cosas son así ahora.
Recuerdo cuando andaba en moto hace 25 años, sólo había unas pocas motos en la carretera y ahora hay miles.
Pero esto no pasa sólo con las motos, sino también con las personas. Supongo que siendo de Cantabria conocerás Santillana del Mar. Hace esos 25 años, podías entrar con la moto o el coche al pueblo, pasear tranquilamente por sus calles casi vacías y disfrutar de un montón de cosas.
Hoy en día, Santillana está cerrada al tráfico, en el casco histórico hay un montón de tiendas de recuerdos y regalos de Santillana, que nada tienen que ver con la arquitectura tradicional del lugar. Están las calles masificadas teniendo que andar esquivando a la gente…. Lo mismo sucede con los lugares costeros; donde antes había poca gente, ahora va gente de toda España, alterando el ritmo de vida de los que viven en esos pueblos de forma habitual.
No es cuestión de las motos, es cuestión de que el turismo nacional ha crecido muchísimo y todos sufrimos las consecuencias. Pero, Eva, no nos queda otra opción que adaptarnos a los tiempos en los que vivimos.
Un Saludo